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Caitro soto en su cañete natal, en 1995. fotografía  de  eduardo lópez

Caitro Soto cuenta el origen de Toro mata

Publicado: 2015-07-19

Hoy se cumple once años de la partida de Carlos 'Caitro' Soto de la Colina, acontecida en Lima el  19 de julio de 2004. El músico, compositor y actor es autor (en realidad, compilador) de una de las canciones más populares del cancionero afroperuano: el Toro mata. Desde la primera versión grabada por Cecilia Barraza a inicios de los años setenta, este tema no ha dejado de ser grabado por distintos artistas nacionales y extranjeros, llegando a ser grabado por la misma Celia Cruz en 1974. En este breve testimonio, Caitro Soto cuenta el origen de la canción, y de cómo le dio la forma final que ahora conocemos.


El Toro mata viene de lo que me contaba mi abuela, mi bisabuela. La canción la armé y la hice yo con cosas que me narraban mis ancestros. Hay también un Toro mata que es anterior al mío: es una recopilación de la señora Rosa Mercedes Ayarza de Morales. Allí, el toro mata al torero y no es landó con fuga, sino lamento; ella cantaba "ya lo llevan a enterrar, el toro mata".

En mi composición, el "toro rumbambero" es el toro brilloso, bailarín. Esos toros que son bien agresivos. Creo que la palabra es africana. "Hacerle el quite" es sacarle la suerte al toro, pero por ser el torero un negro le quitaban mérito y decían "que la color no le permite hacerlo". Por eso decían que el toro se había muerte de "viejo" y no porque él lo hubiera matado. "Pititi", que está vivo todavía [Nota: Eusebio Sirio "Pititi", reconocido bailarín y cajonero, falleció en 2001], era un muchacho que bailaba en Perú Negro y un día, al verlo bailando el Toro mata, lo mencioné en la canción y ya quedó.

Lepondé era el tambo al que se iba después de la corrida. Era como un centro de recreación, una choza donde vendían comida, trago y se divertían. Era en la misma hacienda El Chilcal, en donde era la corrida. Era como un corralón, no había plaza. Los negros se metían como todo espontáneo y a veces iban los dueños de las haciendas a ver, porque era su ganado. Y, una vez, allí encontraron a un negro que se había venido de Acarí, una hacienda que está por Palpa, más cerca de Nazca. Él no se había enterado de la libertad. Se había venido escondido entre las cañas comiendo fruta y lo que encontraba para alimentarse, y fue a parar al valle de Cañete. Y hambriento fue Lapondé, y por la marca de su cuerpo se dieron cuenta que no era de allí: "Este negro no es de aquí, cara-crá-crá-crá". Esto último es un insulto, es una protesta con adorno a lisura. Inclusive lo querían matar porque no era de allí.


Publicado originalmente en: Caitro Soto, De cajón. El duende en la música afroperuana, Lima, El Comercio, 1995, p. 81


Escrito por

Luis Rodríguez Pastor

Caramba sí, caramba no.


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