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De cuando Ribeyro y Vargas Llosa afirmaban que "no queda otro camino que la lucha armada": A cincuenta años de la Toma de posición en apoyo al MIR

Publicado: 2015-07-22


Hoy se cumplen 50 años de la famosa Toma de posición en apoyo a las guerrillas firmada por jóvenes intelectuales en París, entre ellos Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa. Ese año habían explotado en la sierra peruana guerrillas revolucionarias del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) encabezadas por Luis de la Puente Uceda y Guillermo Lobatón. En paralelo, el Ejército de Liberación Nacional, encabezado por Héctor Béjar, había desarrollado también guerrillas en el interior del país. Ese mismo año se fundaba Vanguardia Revolucionaria, uno de los partidos más destacados de la llamada Nueva Izquierda. El ambiente político estaba más que que convulso y los jóvenes intelectuales peruanos estaban comprometidos con los principales sucesos del momento, y compartían un particular entusiasmo por la Revolución Cubana y la insurgencia guerrillera que Fidel había promovido a lo largo de América Latina. El mito revolucionaria estaba en su apogeo y París era uno de los motores intelectuales de la esperada revolución latinoamericana. Esta Toma de posición —redactada por Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro y Hugo Neira, y firmada por peruanos más en el departamento de Ribeyro— fue enviada a la revista Caretas y causó mucho revuelo en su momento. Compartimos tanto el manifiesto como la respuesta de Caretas.


Toma de posición

1. El movimiento de guerrillas que ha estallado en la sierra peruana no constituye un fenómeno importado, aberrante o ajeno a nuestra realidad, sino que es la consecuencia natural de una situación secular que se caracteriza por la miseria, la injusticia, la explotación, el inmovilismo y el abandono en que nuestros gobernantes han mantenido siempre al país.

2. 150 años de vida republicana nos han enseñado que el poder lo han detentado alternativamente dictaduras militares o representantes civiles de la oligarquía que no se han preocupado de otra cosa que de acrecentar sus privilegios o de crear otros nuevos, a expensas de la mayoría del pueblo peruano y que las pocas mejoras que éste ha obtenido fueron conquistadas al precio de luchas sindicales, de exterminación de obreros y campesinos, de sacrificios innumerables de vidas humanas y de la acción de grupos minoritarios de intelectuales.

3. El actual gobierno, suponiendo que sus intenciones iniciales fueran loables, continúa las líneas generales de los precedentes: no ha logrado hasta ahora modificar las estructuras del país, se ha conformado con tímidas tentativas reformistas, destinadas más a paliar el descontento popular que a solucionar realmente los problemas existentes, ha tolerado una política obstruccionista llevada a cabo por el sector más reaccionario de la nación y ha desperdiciado en una palabra la ocasión de romper con nuestra tradición de gobernantes venales, entreguistas o irresolutos.

4. En estas condiciones consideramos que para que el campesino disfrute de la tierra que trabaja, para que el obrero lleve una vida digna, para que las clases medias no vivan bajo un complejo permanente de frustración, para que el país sea el beneficiario de sus riquezas y para que el Estado sea el árbitro de su destino no queda otro camino que la lucha armada.

5. Por ello, aprobamos la lucha armada iniciada por el MIR, condenamos a la prensa interesada que desvirtúa el carácter nacionalista y reivindicatorio de las guerrillas, censuramos la violenta represión gubernamental —que con el pretexto de la insurreccion pretende liquidar las organizaciones más progresistas y dinámicas del país— y ofrecemos nuestra caucion moral a los hombres que en estos momentos entregan su vida para que todos los peruanos puedan vivir mejor.

París, 22 de julio de 1965

Milton Albán Zapata, Sigfrido Laske, Humberto Rodríguez Pastor, Alfredo Ruiz Rosas, Federico Camino, Hugo Neira, Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa

Respuesta de Caretas:

Su planteamiento peca de un simplismo que, dadas las trágicas circunstancias que lo rodean, resulta reprochable. En estos días en que la lista de muertos sigue creciendo —muertos para los que vuestra caución moral ya poco importa— no es aceptable que se añada leña al fuego con irresponsable generalizaciones y sin “ensuciarse” en las complejidades de la problemática del país. Hoy menos que nunca nos satisface la grandilocuencia radical. Hoy más que nunca debemos exigir solidez para lo que se afirma, sobre todo si con ello se está pidiendo que continúe la matanza. Por lo tanto, permítanos hacerles algunas preguntas.

¿No creen que es por lo menos ingenuo y apresurado el lapidar a un gobierno (que se inició, según ustedes mismos, con “intenciones loables”) porque en sus dos primeros años “no ha logrado hasta ahora modificar las estructuras del país”, estructuras consolidadas a través de siglos de colonia y 150 años de república? ¿No recuerdan que inclusive la revolución cubana, con toda la predisposición para hacer las cosas a “por la libre”, sin oposición alguna en sus comienzos, con todas las cartas en la mano, sacrificando cualquier semblanza de proceso democrático, echando por la borda consideraciones de índole técnica y económica y sin pretender ahorrar sangre ni violencia, comenzó su propio proceso revolucionario (el de las nacionalizaciones) recién al año y medio de llegar Castro al poder? ¿Que inclusive en un país portentosamente rico en tierras como es Cuba y con un nivel cultural bastante más alto que el Perú, los errores y las pérdidas de esa revolución agraria han sido y son en algunos casos también clamorosos? ¿Qué la reforma agraria, un problema absolutamente capital para el Perú, un problema íntimamente ligado al “cambio de estructuras”, es un proceso largo, complejo, que aún continúa, por ejemplo, en México y en la URSS? ¿No creen, por lo tanto, que es infantil pedir resultados a estas alturas?

Yendo a la zona en que se han afincado las guerrillas, ¿no saben ustedes que ni siquiera se cuenta con un plano catastral ni un estudio de tierras de Andamarca? ¿Que sin estas armas elementales no es posible realizar una redistribución porque, en concreto, no se sabe lo que se va a repartir? ¿Que al hacer una reforma agraria en esas condiciones se pueden cometer las mismas injusticias que se quieren liquidar?

¿Están al tanto que en estos primeros 24 meses el Ejecutivo nacionalizó la Caja de Depósitos, la que está en vías de convertirse en el Banco de la Nación; logró introducir los Bonos como arma del Estado para realizar expropiaciones agrarias y rurales en plazos de más de 15 años; está poniendo en ejecución un programa de reforma agraria que, aunque grandemente mediatizado, parece estar en vías de afectar un 15% de las áreas cultivadas o de pastizales naturales del país; que ha presentado un proyecto (el del riego volumétrico) para reformar a la reforma agraria; que ha presentado un proyecto de reforma de la empresa y otro para dar término a las Acciones al Portador; que ha creado un Tribunal Fiscal e impuesto nuevas medidas para evitar y castigar la evasión con resultados espectaculares en la recaudación; que ha propuesto una modificación en la tasa progresiva (es decir, en los impuestos a los que más tienen) sin éxit; que en la legislatura que viene va a proponer otro impuesto directo; que está encarando después de décadas el problema de La Brea y Pariñas? Si se añade a todo esto la fenomenal lista de obras materiales que viene desempeñando, y sin pretender que esto es más que una pequeña parte de lo que necesita el país, ¿es sensato decir que este gobierno “continúa las líneas generales de los precedentes”? ¿Sólo porque el Ejecutivo, consciente de los peligros indudables que eso acarrea, no quiere darse una autogolpe y no quiere cerrar el Congreso?

¿Es posible que ustedes piensen así? ¿Es posible que ustedes recomienden una contienda armada en estas circunstancias? ¿Creen ustedes, con toda sinceridad, que De la Puente o Lobatón o toda la dividida izquierda unida están en condiciones de administrar al país y de dar al obrero, al campesino o al empleado una mejor vida en el plazo de dos años? ¿No es éste un burdo engaño? ¿No son virtualmente nulas las posibilidades de éxito de estas guerrillas? Inclusive desde el punto de vista marxista, ¿son actualmente propicias las condiciones para la revolución? ¿No es mucho más probable que, en el “mejor” de los casos y siempre que Cuba pueda ayudar, la agitación y la violencia se prologarán en ciertas áreas con las consecuencias e inconsecuencias de acciones similares en Venezuela y Colombia? ¿No resultará esto en, más que nada, un estorbo para el desarrollo del país, estorbo que afectará sobre todo a campesinos, obreros y empleados?

Es indudable que el actual régimen tiene defectos, que debido en parte a los grandes problemas políticos que enfrenta puede caer en un letargo si no se le empuja, que siempre hay peligro de su “conservadorización”, que le falta capturar una mística revolucionaria, pero existen en su seno presiones auténticamente renovadoras. Hay conciencia plena de que el desarrollo sólo se logrará con cambios fundamentales en la distribución de la riqueza y que éstos son urgentes.

Claro que no habrá barbas ni verde olivo, ¿y eso qué? No nos dirán que el Estado cubano es “dueño de su propio destino”. Cuba es un peón de la guerra fría y depende aún más de la ayuda y el apoyo exterior que el Perú.

Se debe trabajar para acrecentar la decisión renovadora del actual gobierno, la que —y Caretas lo ha dicho más de una vez— a veces pierde consistencia. Se debe batallar para doblegar a la reacción. No se debe empujar a la gente a la muerte, sobre todo si la alternativa es criminalmente nebulosa.


Publicado originalmente en: Revista Caretas, año 15, N° 317, 19-30 de agosto de 1965, p. 3

También en: Mario Vargas Llosa: Contra viento y marea (1962-1982), Barcelona, Seix Barral, 1983, pp. 75-76


Escrito por

Luis Rodríguez Pastor

Caramba sí, caramba no.


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