Victoria Santa Cruz cuenta su historia
Hoy se cumple un año de la partida de Victoria Santa Cruz. El 30 de agosto de 2014 falleció en Lima a los 91 años, dejando un importante legado que sigue siendo descubierto por mucha gente que reconoce en ella un paradigma no solo del ser afroperuano sino del ser mujer y, sobre todo, del ser humano. Compartimos su recuerdo en este fragmento de la entrevista que Juan Álvarez le hizo en 2004, en la que cuenta de manera breve su historia de vida.
He bailado desde que aprendí a caminar
Mis padres fueron muy especiales. Él se educó en Estados Unidos. Fue con una familia a los ocho años y volvió a los 32. Yo aprendí a Shakespeare primero en inglés y era un pedacito de negrita que tenía dos preguntas: ¿quién soy?, ¿qué es la vida? Mi madre era una mujer con un timbre de voz increíble. Ella me enseñó a bailar marinera. La tengo en mi mente danzando como una reina sin que alguna vez contara las vueltas, y con un esbozo de sonrisa que era el resultado de una química interior.
Papá era fanático del Alianza Lima, pero yo jugué vóley desde primaria. Me acuerdo que el diario El Universal publicó: “Una jugadora del centro escolar 459 vale por medio equipo”. Era muy flaca y tan alta como ahora (me ponían unos lazos y parecía un helicóptero). Quise seguir jugando, pero mi mamá no quiso. Y me dio mucha pena porque yo quería jugar. En el fondo, quizás tuvo razón.
En los años cincuenta, mi hermano Nicomedes ya era conocido y conducía en Radio Nacional el programa Fin de semana en el Perú. Un día me dijo: “Quiero ofrecer estampas de la vida antigua con pregones y canciones, ¿te atreverías?”. Él no sabía que todo eso estaba listo en mi mente. Así nació el grupo Cumanana. Me encargué de que la gente aprendiera y el resultado fue hermoso.
En los años setenta, la doctora Hildebrandt me pidió la fundación del Conjunto Nacional de Folklore, con las tres regiones del país. Acepté y me junté con gente de la tierra, que ha mamado aquí. Eso fue en la época de Velasco, y yo seguí en el cargo incluso cuando los cambiaron a ambos. Pero como no soporto la injusticia ni la traición, en un momento debí decir: “Aquí muere el payaso”. Luego viajé a los Estados Unidos, a la universidad Carneggie Mellon, la primera que tuvo una escuela para formar actores profesionales, y a la que había sido invitada en el 82.
Sin querer estuve 17 años enseñando la teoría del ritmo interior, el ritmo que todos debemos encontrar; y si retorné fue porque quería hacer ese trabajo en mi tierra e instalar en Lima esa institución sin fines de lucro Salud, Equilibrio, Ritmo. Hay médicos, educadores, gente de teatro comprometida con la tarea de encontrar la columna vertebral de lo que hemos sido antes.
Publicado originalmente en: "La magia inagotable de Victoria Santa Cruz", entrevista realizada por Juan Álvarez, diario La República, Lima, 25 de julio de 2004.